Canela Ramkokamekrá (pueblo originario de las selvas del Brasil)

Localización

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La principal comunidad  Ramkokamekrá se llama ‘Escalvado’, y es conocida por los ‘sertanejos’ (hoy en día se le dice así a los habitantes del ‘sertão’ -región del nordeste brasilero caracterizada por ser agreste y semi-árida; pero en el pasado se le llamaba así a los exploradores que se sumergían en las profundidades del ‘sertão’ en busca de conquistas y riquezas, o simplemente con la intención de apoyar a los indígenas, o de conocer esos lugares y sus dinámicas, o de colmar sus intereses científicos) y por los habitantes de “Barra do Corda” como la ‘comunidad do Ponto’, y se localiza a setenta kilómetros (70Km) al sureste de esa ciudad, en el estado de Marañón.

En la actualidad la Tierra Indígena (T.I) Canela esta homologada y registrada. Hasta hace muy recientemente, esas tierras de ‘cerrado’ (sabanas brasileras) y los bosques de pequeñas llanuras, estaban ubicados en el municipio de ‘Barra do Corda’, pero ahora se localizan en el nuevo municipio de ‘Fernando Falcão’, que se estructuró a partir del crecimiento del antiguo pueblo conocido como ‘Jenipapo dos Resplandes’. El límite sur de la Tierra Indígena (T.I) esta en gran parte delimitado por la Sierra de las Alpercatas. El río Corda pasa por fuera de la T.I, alejado casi veinte kilómetros (20Km) a lo largo del límite noroeste.

En lo que tiene que ver con los Apanyekrá, la regularización de la Tierra Indígena (T.I.) ‘Porquinhos’ se dio a comienzos de la década de los ochenta (1980). La comunidad principal se encuentra a mas o menos ochenta kilómetros (80Km) al suroeste del municipio de ‘Barra do Corda’, a cuarenta y cinco kilómetros (45Km) al oeste de la comunidad ‘Escalvado’ de los indígenas Ramkokamekrá, y a setenta y cinco kilómetros (75Km) del municipio de ‘Grajaú’, que son área de sabana fácilmente transitable.
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Mientras que los Ramkokamekrá viven básicamente en áreas de sabana con pequeños igarapés (estrechos brazos de ríos existentes en la cuenca amazónica, caracterizados por su poca profundidad, y por ubicarse selva adentro), los Apanyekrá cuentan con la misma ecología hacia el este y hacia el sur de su territorio, con extensas zonas boscosas al norte y al oeste, y con el río ‘Corda’, que en algunos puntos llega a alcanzar ocho metros (8mts.) de anchura. De ahí que los Apanyekrá tengan mayores ventajas: tienen un mejor suelo para la agricultura de ‘tumba y quema’(sistema rotatorio que consiste en talar y quemar una pequeña área de bosque para luego cultivar), una mayor abundancia de peces por su cercanía con el río ‘Corda’, y mas facilidades para la caza, ya que al tener bosque y sabana, pueden capturar un mayor número y diversidad de presas.

Rituales

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Los Canela tienen un conjunto de ciclos rituales basados en la familia extensiva, en los cuales participan tanto la parentela matrilateral como la patrilateral, aunque la primera ejerza un papel dominante. Los principales ritos para ambos sexos se hacen para el nacimiento, la pubertad y el matrimonio (varias etapas), así como para el resguardo post-parto (conocido como ‘couvade’, es decir un conjunto de restricciones y ritos que un hombre esta obligado a realizar durante el embarazo de su mujer y luego del nacimiento del niño) y el luto.

Los ritos de pasaje para adolescentes consisten en perforar una oreja a los niños y en recluir a las niñas cuando estas tienen la primera menstruación. Asimismo, ambos sexos tienen prácticas para la post-pubertad. La nominación de los bebes (enseguida de su nacimiento), es un acto restringido y exclusivo de los ‘dadores’ de nombres, tanto así que el nacimiento de un hombre era anunciado por su ‘nominador’.
Otro conjunto de ciclos rituales se dan durante las fiestas y se basan en el apoyo y en la participación de casi toda la sociedad. Por ejemplo, los niños son introducidos en las ‘clases de edad’ por más o menos cuatro (4) o cinco (5) fiestas de iniciación. Asimismo, como principal paso al casamiento definitivo, la mayoría de las niñas entran como asociadas en los rituales masculinos, de modo que pueda recibir sus ‘cinturones de madurez’, los cuales son necesarios para que ellas puedan ser aceptadas por sus parientes afines. La división por ‘clases de edad’ está relacionada con el entrenamiento que realizan los niños para volverse guerreros.
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La realización de los rituales de iniciación masculina Apanyekrá (conocidos como ‘Khêêtúwayê’ y ‘Pepyê’) se volvieron irregulares desde los años setenta (1970), y a partir de entonces esos rituales para formar y pasar de una a otra ‘clase de edad’ pasaron a ser realizados solamente dos (2) veces, contrario a como sucedía entre los Ramkokamekrá, quienes realizaban entre cuatro (4) y cinco (5) de estos rituales. Ya en los años noventa (1990), e desarrollo de esos rituales se había vuelto irregular. Tampoco el ritual de los Apanyekrá con que se cierra el verano (Wè tè) estaba siendo realizado con regularidad, y el ritual con que se abre la misma estación (también conocido como Wè tè), parece nunca haber sido practicado por ellos. El equivalente Apanyekrá (conocido como ‘Krokrok’) del ritual Ramkokamekrá de los ‘gavilanes’ (llamado ‘Pepkahàk) se perdió, y el ritual de las máscaras nunca fue adquirido por los Apanyekrá.

Por otro lado, las prácticas estacionales de la época de lluvia de las mitades ‘roja’ y ‘negra’, eran de cierto modo mucho más efectivas entre los Apanyekrá que entre los Ramkokamekrá; y las versiones Apanyekrá de los rituales ‘naranja’ y ‘Pàlrà’ eran semejantes a los de los Ramkokamekrá. El ritual Apanyekrá del Pez (denominado por ellos ‘Tepiakwá’) no fue realizado por varios años (a eso de la década de los setenta -1970), pero hacia los años noventa (1990) era todavía muy popular entre los Ramkokamekrá. La descendencia matrilineal de propiedad (denominada en lengua ‘haakhat’) de algunas ceremonias Ramkokamekrá y de ciertos derechos para actuar en ciertos papeles -especialmente en el ritual del Pez-, no se encontró entre los Apanyekrá.

Una diferencia notable entre los dos (2) grupos (Ramkokamekrá y Apanyekrá) se encuentra en los rituales para introducir niños y adolescentes en una ‘clase de edad’: entre los Apanyekrá los adolescentes que eran capturados cuando abandonaban su reclusión para tener encuentros conyugales o extraconyugales, eran puestos en una hilera junto con sus compañeras sexuales obligándoseles a mantenerse arrodillados frente a frente en el patio central de la comunidad, de modo que todos vieran públicamente su vergüenza. 

La severidad de tal castigo para la misma trasgresión no era característica de los Ramkokamekrá, quienes no castigaban a los adolescentes que incurrían en esa falta.

Organización Política

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Los sistemas de ‘mitades’ y sociedades ceremoniales existentes entre los Canela, no tienen carácter exogámico, aunque no se pueda decir lo mismo en relación a los Canela del siglo XVIII. Las ‘clases’ por edad -de filiación vitalicia- son formadas e iniciadas a través de cuatro (4) ceremonias. Cada ‘clase por edad’ incluye hombres que comparten el haber nacido en un periodo de más o menos diez (10) años. Así, las ‘clases por edad’ que han sido formadas consecutivamente se sientan en lados opuestos de la plaza (oeste o este). Esto significa que las clases por edad de hombres cercanos a sus diez (10), treinta (30), cincuenta (50) y setenta (70) años se sientan de un lado, mientras que los hombres que están por los veinte (20), los cuarenta (40) y los sesenta (60) años se sientan del otro lado.
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Casi todas las actividades son ejecutadas por esas mitades o por ‘clases de edades’ opuestas, las cuales compiten entre si en danzas y cantos ceremoniales o cotidianos, en la caza que se efectúa para actos ceremoniales, así como en la apertura de chagras, caminos o veredas sobre la línea divisoria de la Tierra Indígena y en las carreras ‘rasas’ o con ‘toras’. El primer tipo de carrera (rasa) se realiza sin ninguna carga entre representantes de cada mitad o clase de edad opuesta; mientras tanto, las competencias con ‘toras’, son carreras donde los representantes de cada mitad deben cargar un gran pedazo de tronco de árbol o palma (conocido como ‘tora’) y correr con el al hombro. Este último tipo de carreras está asociado a rituales, fiestas o juegos y de acuerdo a como estos eventos se efectúen, varían los grupos de corredores, así como el trayecto y el tamaño de las ‘toras’. Generalmente, los trayectos de dichas carreras se recorren desde afuera hacia adentro de la comunidad (nunca desde adentro hacia fuera), y casi siempre se realizan al amanecer o sobretodo al atardecer, cuando los hombres regresan de sus actividades colectivas (caza, pesca o trabajo en la chagra).
Ahora bien, tradicionalmente, cada veinte (20) años (diez para el caso de los Apanyekrá) la clase ‘occidental’ -cuyos miembros están aproximándose a los cincuenta años de edad-, se trasfieren hacia el centro del patio central de la comunidad como signo de que ahora son los ‘mayores’, los ‘pro-khãm-mã’ (mikhà para os Apanyekrá). Por su parte, La clase ‘oriental’ –cuyos miembros acaban de pasar de los cincuenta años de edad-, se juntan a los otros formando el ‘consejo de los mas viejos’. Los hombres de la mitad oriental aconsejan pero no gobiernan.

Años atrás, el consejo de los viejos seleccionaba un jefe que acostumbraba gobernar por toda su vida. Sin embargo, en la actualidad los líderes se mantienen en el cargo entre seis (6) meses y dos (2) años. El jefe se encarga de las relaciones externas y asume la responsabilidad de la mayor parte de las iniciativas internas. El consejo de los viejos generalmente apoya al gobernante, aunque puede ejercer una sutil oposición y bloquear (o alterar) decisiones impopulares. La responsabilidad de los mas viejos es planear y conducir las festividades extensas.

Los Canela son reconocidos por el valor que dan a la paz interna del grupo. Palabras de rabia no pueden ser expresadas en el patio central de la comunidad, puesto que allí es donde los hombres más viejos se reúnen dos (2) veces al día para resolver problemas y disfrutar de la sociabilidad. Si en ese espacio no son discutidas las desavenencias internas de las familias extensas, éstas son debatidas y resueltas en alguna de las grandes casas localizadas alrededor de la comunidad, las cuales son dispuestas para que los tíos del que se queja y del acusado, actuando en representación de sus sobrinos o sobrinas, discutan y lleguen a acuerdos. Los líderes y la mayor parte de los individuos de la comunidad evitan volver públicas las cuestiones sobre las que no se tiene certeza o sobre aquellas que causan polémica.  Los ‘cilindros auriculares’ usados por los hombres a manera de altavoz (por permitir realzar la voz de quien hablaba a través de él, y por ende la audición de los demás), eran signo de obediencia.

A diferencia de los ramkokamekrá que tenían un jefe principal (excepto en los momentos en que se dividieron-1957 y 1963), los Apanyekrá tuvieron tres (3) jefes durante los años cincuenta y sesenta. Uno de ellos lideraba las situaciones cotidianas con mucha eficiencia, pero no podía ser el jefe principal porque, según ellos, era de descendencia ‘Kenketeye’. De otro lado, menos eficiente como coordinador de las actividades pero con mayor prestigio, el director de los rituales era un gran líder de los cantos y los bailes de ‘maraca’, además de ser un prodigioso contador de historias. Por último estaba el jefe mayor que era el principal interlocutor con el Servicio de Protección a los Indios (SPI) en ‘Barra do Corda’, municipio al que hacía viajes mensuales para obtener un insignificante salario. 


Historia del Contacto

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Los Kapiekran (ancestros de los Canela) fueron indirectamente contactados por las fuerzas militares a finales del siglo XVII, aunque sólo hacia la última década del siglo siguiente (XVIII) hubo irrupciones directas de estas fuerzas, que comenzaron a afectar los modos de vida en la población Kapiekran.
Periódicos ataques efectuados por las ‘bandeiras’ (en el periodo de colonización del territorio brasilero por parte de los portugueses, se denominaba ‘bandeiras’ a las expediciones privadas -y también a las públicas- que avanzaban hacia el interior mediante el hostigamiento y la guerra, con el objeto de apropiarse de tierras, saquear oro, diamantes y otros productos, además de capturar indígenas para someterlos a la esclavitud y talar ‘buenas’ maderas. Se denominaba ‘bandeiras’, porque el líder de la correría llevaba una bandera para ser fácilmente ubicado por los demás comandos, y a sus participantes se les llamaba ‘bandeirantes’) eran organizados con el objetivo de tomar y asegurar las tierras de los Kapiekran, para luego emplearlas en la agricultura y en la crianza de ganado a lo largo de los ríos Itapicuru y Alpercatas al noroeste de ‘Picos’.

Diezmados por esas guerras, en 1814 los Kapiekran llegan a ‘Pastos Bons’ para rendirse ante las fuerzas brasileras de la región, solicitando a cambio protección. A los remanecientes de dichos grupos indígenas, así como a los de otras naciones Timbira, se les autoriza entonces establecerse en el ‘rincón’ noroeste de las tierras ancestrales de los Kapiekran. Ya para finales de 1830, todos esos grupos ocupaban cerca del cinco por ciento (5%) de las antiguas áreas de recolección del pueblo Kapiekran.

Siguieron cien (100) años de relativa paz y de limitados contactos de los indios con los ‘‘sertanejos’ (hoy en día se le dice así a los habitantes del ‘sertão’ -región del nordeste brasilero caracterizada por ser agreste y semi-árida; pero en el pasado se le llamaba así a los exploradores que se sumergían en las profundidades del ‘sertão’, en busca de conquistas y riquezas, o simplemente con la intención de apoyar a los indígenas, o de conocer esos lugares y sus dinámicas, o de colmar sus intereses científicos), hasta que en 1938 el Servicio de Protección a los Indios ó ‘SPI’ (entidad gubernamental que precedió a la FUNAI -Fundación Nacional del Indio), envió a uno de sus agentes a que viviera con su familia muy cerca de la comunidad Ramkokamekrá. Esa cercanía y relacionamiento con el funcionario del SPI, causó un acelerado cambio cultural en los indígenas. Afortunadamente, el trabajo de campo realizado por Nimuendajú para su gran estudio sobre los Canela, titulado “The Eastern Timbira”, fue realizado antes del inicio de ese proceso (mediante seis visitas efectuadas entre 1929 y 1936).

El Servicio de Protección a los Indios (SPI) se impuso ante las autoridades indígenas de tal modo, que se volvió inoperante el liderazgo por tipo de edad que ellos mantenían, y que era esencial para garantizar la realización del trabajo anual en las chagras familiares. Ese debilitamiento en el sistema de liderazgos, repercutió significativamente en la pérdida de la autosuficiencia de la producción agrícola que se percibe hasta los tiempos actuales.
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Las tradiciones culturales tampoco pudieron blindarse frente a los efectos del contacto. En 1951 por ejemplo, murió un importantísimo jefe ramkokamekrá ‘Hàk-too-kot’, un gran conocedor y promotor de las tradiciones Canela. Además, de manera concomitante, en esa época se dio inicio a la enseñanza de la escritura. Ya para la década de 1970, el incipiente servicio de salud proporcionado por la Funai (Fundación Nacional del Indio), hizo crecer la confianza en los medicamentos farmacéuticos, lo que de algún modo también favoreció el crecimiento poblacional de un grupo ampliamente devastado física, espiritual y culturalmente. Paralelamente, los misioneros de la ‘Wycliffe Bible Translators’ tradujeron el Nuevo Testamento a la lengua de los Canela, y propagaron nuevos valores entre los Ramkokamekrá.

Además, el movimiento milenarista (de corte evidentemente religioso) que se formó entre los Ramkokamekrá hacia 1963, también contribuyó a un mayor descrédito de las antiguas tradiciones. El fracaso del movimiento sólo hizo que se acentuara el descrédito por las tradiciones, además de que obligó a sus miembros a que se transfirieran temporalmente hacia un área Guajajara (cerca de ‘Barra do Corda’), a causa de las venganzas y las amenazas provocadas por los hacendados. Ese cambio forzado hacia una zona ecológica diferente, expuso a los ramkokamekrá al ejercicio de adversos tipos de agricultura, caza, así como a la convivencia con los Guajajara (un grupo con lengua muy distinta a la de ellos como lo es la ‘Tupi’) y a un mayor contacto con la cultura urbana brasilera.

Además, el puente construido sobre el río Alpercatas en 1956, hizo posible que se introdujeran entre los Ramkokamekrá bienes comerciales de un relativo bajo costo. Tales mercancías también fueron un factor importante en el cambio de valores de estos indígenas, pues estimularon en los indios el incremento en su dedicación a los trabajos agrícolas, con el único objetivo de obtener mayores cantidades de esos bienes, además de que favorecieron el aumento de la riqueza material individual.

Ya en los años noventas (1990), un proyecto destinado a que los ramkokamekrá superaran los periodos de hambre que precedía la recolección de los frutos producidos en las chagras, promovió la apertura de grandes chagras comunitarias y los convenció de que trabajando juntos podrían aumentar la producción de las mismas. Producción que sería vendida en la ciudad, para poder acceder a los bienes industrializados que se habían convertido en su nuevo foco cultural.

Por otra parte, pasando a hablar de los Apanyekrá, podemos decir que la primera mención a este grupo data de finales de la década de 1810, cuando aparecen citados por el militar Francisco de Paula Ribeiro. Al parecer, ellos habitaban un área montañosa al oeste de los Kapiekran, la cual se localizaba mucho más al norte de los caminos de los valles de los ríos utilizados por los colonos brasileros (es decir por el Itapicuru y el bajo Alpercatas, y por los ríos Parnaíba y Balsas). Esta ubicación significó que los Apanyekrá sufrieran menos ataques por parte de los ‘Jagunços’ (o ‘capangas’ es el nombre que se le da en el Nordeste brasilero a aquellos individuos que, bajo el uso de las armas y de la fuerza, trabajaban en la prestación de servicios de protección y seguridad a los líderes políticos, hacendados, terratenientes y demás personas potentados que necesitan cuidar de si mismos o de sus territorios), ya que estaban menos expuestos que los Kapiekran, quienes habitaban las tierras más planas localizadas al este y al sur, a lo largo del río Itapicuru y del bajo Alpercatas.

Aunque a inicios de 1830, las tierras fértiles de las nacientes del río Corda y sus alrededores fueron ocupadas por una familia que criaba ganado, por lo que los Apanyekrá pasaron a convivir con ‘sertanejos’ que vivían inmediatamente al sur (situación diferente a la que se dio con los Ramkokamekrá).

Los Apanyekrá tienen historias muy antiguas (probablemente del siglo XIX) en las que relatan que hubo una época en la cual estuvieron sujetos al fuerte control de un hacendado local. Ese poderoso hombre además de que forzaba a los Apanyekrá a que realizaran las labores de la casa, permitía que sus ‘jagunços’ durmieran con las mujeres de tales indígenas. Dicho hacendado acostumbraba ofrecer ganado para las fiestas, en las cuales todos bailaban a la moda ‘sertaneja’ (que consistía en bailar abrazados).

A eso de 1950, el Servicio de Protección a los Indios (SPI -entidad gubernamental que precedió a la FUNAI –Fundación Nacional del Indio) comenzó a pagarle a un ‘sertanejo’ para que viviera con los Apanyekrá, para mas adelante establecer un Puesto Indígena direccionado por dicha entidad. En contraste con los encargados del Puesto Indígena Ramkokamekrá de aquel tiempo, el encargado de los Apanyekrá era más respetuoso y discreto con los indios, además de que los protegía de los hacendados.

En adelante, los Apanyekrá siguieron cambiando periódicamente su comunidad hacia otros lugares dentro de su territorio, llevando siempre consigo al ‘Puesto’ y a su encargado. Por ejemplo, ya para 1958 se encontró su comunidad en ‘Aguas Claras’, luego en 1960 ésta se había movido a ‘Porquinhos’, y posteriormente, entre 1974 y 1975, la comunidad se había mudado para otro lugar dentro del área de ‘Porquinhos’. De este último lugar no se cambiaron desde entonces, permaneciendo cerca al nuevo Puesto establecido por la Funai (Fundación Nacional del Indio, entidad gubernamental que remplazó al Servicio de Protección a los Indios –SPI-), así como al predio donde estaba la escuela con su enfermería (ambos construidos en concreto –cemento- y teja a inicios de la década de 1970).

En 1963, cuando los hacendados atacan a los ramkokamekrá (que para entonces se organizaban -en un intento de resistencia- en un Movimiento mesiánico), amenazan también con tomarse las tierras de los Apanyekrá. Las amenazas continuaron y algunas tierras periféricas fueron ocupadas por un hacendado, lo que llevó a que en 1965, la Guarnición Militar de Ingeniería instaurada en ‘Barra do Corda’, estableciera una pista de aterrizaje en el área de ‘Porquinhos’ con el objetivo principal de proteger a los indios.

En comparación con los ramkokamekrá los Apanyekrá se encontraban en un mayor aislamiento, no sólo por que estaban mucho mas distantes de ‘Barra do Corda’, sino también, porque el tupido bosque que había a lo largo del río Corda, al extenderse hasta la ciudad de Porquinhos, dificultaba la construcción de una carretera directa que comunicara los dos (2) municipios. Por el contrario, la carretera de ‘Barra do Corda’ (a la cual están muy cercanos los ramkokamekrá) fue mucho más fácil de cimentar, pues tan sólo se debía construir un puente (erigido en 1971), además de que atravesaba unos pocos bosques de arbustos y sabanas. Hacia 1978, los camiones que salían de ‘Barra do Corda’ para ‘Porquinhos’, primero se dirigían hacia el sur hasta pasar por la comunidad ramkokamekrá conocida como ‘Escalvado/Punto’, de modo que pudieran cruzar la sabana estando cerca de las cabeceras de los diversos cursos de agua que pasaban bajo los puentes recién construidos de la carretera que facilitaba el acceso a ‘Porquinhos’.

Artes

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Las mayores expresiones de arte Canela son las formas musicales y las danzas acompañadas de cantos. El ciclo diario de los Canela incluye tres (3) periodos de bailes con cantos que van de las dos y treinta (2:30 a.m.) a las cinco y treinta (5:30 a.m.) de la mañana (aproximadamente); luego de las cinco (5:00 p.m.) a las seis (6:00 p.m.) de la tarde; y posteriormente de las siete (7:00 p.m.) a las diez (10:00 p.m.) de la noche. El tiempo que se gasta en las danzas y en los cantos (más de un cuarto de día), demuestra el énfasis que se le da a esa manifestación de arte, aunque raramente la misma persona complete el ciclo entero de siete (7) horas. Dicho ciclo se da únicamente cuando los Canela están reunidos y viviendo en la comunidad principal, y no ocurre cuando se encuentran dispersos por las comunidades de la chagra o ejerciendo los trabajos en sociedad con habitantes vecinos.

El canto y danza Apanyekrá al ritmo del maestro de la maraca es casi idéntico (en la forma y en su horario diario) a la versión Ramkokamekrá. Solamente el estilo musical de las canciones es un poco diferente, puesto que las canciones Ramkokamekrá enfatizan en la secuencia armónica, mientras que los Apanyekrá realzan la línea melódica.

Delante de una larga fila de mujeres, los hombres se exhiben mientras deambulan y saltan liderados por un hombre que canta y baila con una maraca. Hoy en día esa danza se da solamente en los periodos de las grandes fiestas.
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Las artes visuales son relativamente simples y especialmente comparadas con las de sus ‘primos culturales’, los Kayapó-Xikrin, entre los cuales la pintura corporal es muy desarrollada y perfeccionada.

 Entre los Canela, el achiote es pasado por el cuerpo para pintarse en situaciones familiares. Por su parte, el carbón se fija con la resina extraída del ‘pau de leite’ (Sapium glandulosum (vell.) Pax) para aplicarlo ordenadamente en el cuerpo, lo cual es concebido como una manifestación familiar; y cuando es aplicado sin ningún tipo de cuidado ni orden, es un indicio de que la persona estuvo recientemente involucrada en una situación extraconyugal. Por último, es importante aclarar que la tintura azul oscura del huito (o jagua) es usada únicamente en determinadas situaciones ceremoniales, jamás en el día a día.

Cuando hay ceremonias solemnes, el grupo Ramkokamekrá se ornamenta con plumaje de gavilán (hoy en día sustituida por plumas de pato doméstico), el cual es pegado al cuerpo con la resina que se extrae del lentisco (Pistacia lentiscus L.), y mezclada con achiote en ocasiones precisas. 

En el caso de los Apanyekrá, existe la aplicación adicional de plumas verdes de periquito. Además los artefactos materiales Apanyekrá son básicamente los mismos de los Ramkokamekrá, aunque los estilos son un poco diferentes.
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Los Canela acostumbran hacer aproximadamente ciento cincuenta (150) tipos diferentes de artefactos (la mayoría de los cuales son adornos corporales masculinos), muchos de ellos elaborados especialmente para ser usados en determinados papeles ceremoniales. Los materiales usados provienen principalmente de las hojas de las palmeras de ‘buriti’ e ‘inajá’, así como de la minúscula palmera ‘tucum’. Los hombres esculpían cuidadosamente las puntas de bastones y lanzas hechas de la madera del árbol ‘pau-brasil’, los cuales eran usados antiguamente para la guerra, y generalmente adornados con plumas de papagayo, guacamaya y otros tipos de aves. Varios tipos de totumo eran usados como utensilios, aunque la mayoría han sido sustituidos por bienes industrializados de la ciudad. Además, los hombres Canela hacían diversos tipos de esteras y cestos, pero no tenían nada de cerámica.

Con una actitud competitiva moderada, los Canela frecuentemente hacen carreras con pesadas ‘toras’ (gran pedazo de tronco de árbol o palma) de hasta ciento cincuenta kilogramos (150kg.) de peso, cargándolas por un trayecto de hasta diez kilómetros (10 Kms.). Ellos también practican cortas carreras ‘rasas’ (sin ningún tipo de peso) y otras más largas de hasta mil metros (1000 mts.).

Fuente:  http://pib.socioambiental.org/es

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